Adrian Borredà

Cuando tenía 13 años mis padres me compraron un piano. A pesar de ser guitarrista de formación, fue entonces cuando empecé a componer. Al principio eran improvisaciones que tocaba una y otra vez, luego empecé a escribirlas porque no llegaba a tocarlas o porque escuchaba otros instrumentos. En 2004 conocí al compositor José Manuel López, quien influyó decisivamente en mi manera de escuchar. En 2006 mi pieza Color de trigo para ensemble fue estrenada en el Centre Acanthes de Metz con gran éxito. Fue gracias a esta experiencia que pude venir a vivir a París, donde estudio a día de hoy un máster en Composición en el Conservatorio Superior Nacional de Música y Danza de París con Gérard Pesson.

Naturalmente, luego llegaron muchas más piezas. Cantos I  para dos marimbas, con la que gané el I premio de composición NEXEduet, fue la primera pieza en la que se deja sentir la influencia de la pintura clásica china: acordes-figura que flotan en medio de largos silencios y superposiciones de ritmos complejos a losque yo llamo \"olas de piedras\". Luego llegaron Canción para Yumiko para flauta sola y el quinteto La dicha es una torre transparente, que fue estrenado en 2008 en el Merkin Hall de Nueva York con motivo de un intercambio de estudiantes. Nuut, una pieza corta para orquesta que nació a partir de la obra homónima de Grisey para saxofón, fue estrenada en el Théâtre du Châtelet de París por la orquesta Pasdeloup.  

La experiencia americana fue vital para mis obras posteriores. Sierpes Salvajes, que nació de un encargo del Grup Instrumental de València, es mi primera obra larga - en cuatro movimientos, de los cuales sólo los dos primeros están escritos. Hombre que mira a las estrellas para nueve instrumentos y electrónica, encargo del ensemble Espai Sonor, es una especie de laberinto musical que debe mucho al cine de David Lynch y a la música de Michaël Levinas.

Cuando estoy componiendo, es muy importante para mi trabajar directamente con los instrumentistas. Es el caso del Duo Links, del ensemble Le Balcon, del coro Les Cris de Paris, del director de orquesta Pablo Rus, del flautista Salvador Torre, del saxofonista Vicent Minguet y muy especialmente del percusionista Sisco Aparisi. Son todos fantásticos, de verdad.