Y apenas paso la mano por el vacío

In my already long composition production, a walk-through the relationship between music and poetry, of which Y apenas paso la mano por el vacío (“I have hardly touched the surface”), this is a new exploratory attempt that, in this case, develops in two ways.

On the one hand, an attempt to be completely immersed in the poem –a text from the collection of poems La cerillera by Pilar Martín Gila-, by reading it continuously throughout the composing process, almost as if it were an infinite chant, penetrating and building like a resonant discourse which then falls into the written music. It’s not a case of translating the speech into music, but a penetration into the musical discourse which can only take place after the poem has been captured.  In contrast to the other type of work involving music and poetry (for example the song or recital…), this forms tends to blur the permanently critical barrier that separates both disciplines. This is an inner work which takes place before composing, an internalisation that as it blossoms, does so in a truly musical way.

The other bond with the text in this work is the literal presentation of the poem, although this is hidden by its form of delivery: the whisper of the performer –in specific parts of the work-, in an attempt to resemble the poem in a musical and verbal way, making the subject of the poem takes on a blurred presence and, at the same time, transforming it into something else, into something that brings it closer to the musical work.
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[CASTELLANO]
En este ya largo recorrido en mi producción compositiva por la relación entre música y palabra poética, Y apenas paso la mano por el vacío es una nueva tentativa de indagación que, en este caso, se desarrolla en dos aspectos.

Por un lado, el intento de inmersión absoluta en el poema –un texto del poemario La cerillera de Pilar Martín Gila-, a través de una lectura repetida y continuada a lo largo de todo el proceso compositivo, casi a modo de salmodia infinita, que va penetrando y constituyéndose como un discurso sonoro que irá después volcándose en la escritura musical. No se trata, por tanto, de una traslación de lo verbal al pentagrama, sino una penetración en el discurso musical que sólo puede darse a partir de la aprehensión del poema. Al contrario que otro tipo de trabajo que involucre música y poesía (por ejemplo, el canto o la recitación…), esta forma tiende a quebrar esa barrera siempre crítica que separa ambas disciplinas. Es un trabajo interior y previo a la escritura, una interiorización que, al aflorar, lo hace ya en una forma plenamente musical.

El otro vínculo con el texto en la obra es la presencia del poema de manera literal, aunque escondida por su forma de emisión: son los intérpretes los que susurran –en puntos muy concretos de la pieza-, en un intento de aproximación sonora y musical al poema. Así, la materia poética se muestra con una presencia difuminada: está ahí y, al mismo tiempo, se transforma en otra cosa, en un algo que la acerca al hecho musical.